Los modos de proteger y conservar los suelos para el cultivo
Puesto que el rendimiento de las superficies cultivados de terreno depende no sólo del clima favorable sino también del tratamiento que reciben de la mano del hombre, todos los países de explotación intensa han montado estaciones agrícolas experimentales, a cargo de expertos, cuyos consejos conviene seguir.
A veces, las fuerzas naturales atentan contra el buen estado de las tierras labrantías, convirtiéndose en acción destructora que, para el caso que nos ocupa, suele tener dos formas principales: el agua y el aire, y se denomina erosión. La erosión acuosa puede resultar en el afloramiento del subsuelo de una región determinada, debido a precipitaciones excesivas. Puede suceder también que el agua cave canales en el suelo, separándolo en franjas. En ocasiones, inclusive, estos canales juntan su caudal e invaden zonas vecinas, arruinándolas. Para solucionar estas situaciones los expertos aconsejan la conveniente desviación de los torrentes destructivos, aun a costa de sacrificar terreno útil, procedimiento gracias al cual se salvaron grandes extensiones cultivadas. En el caso de la erosión por el aire, no es tan fácil de resolver; son las partículas de arena transportadas por el viento las principales promotoras del daño. De cualquier manera, para prevenir o anular los efectos de estos tipos de erosión hace falta no sólo inteligencia sino mucho tiempo y tesonero trabajo.
¡Pobres los agricultores que olvidan tan de ligero las recomendaciones de los técnicos! Se ha visto que cuando los campos de labranza abundan, existen ciertos chacareros que no sienten la necesidad de preservar el suelo que trabajan... Porque cuando un sector queda arruinado por la erosión, no lo rehabilitan adecuadamente y se dedican, en cambio, a cultivar otro. Pero cuando no disponen de tanta tierra como para derrocharla, deben recurrir a todas sus energías, plantando árboles, sembrando pasto y cultivando legumbres en superabundancia, a fin de alejar el fantasma tan temido de un suelo erosionado sin remedio. Todo ello por no haber realizado esta tarea de preservación en el momento menos difícil y más oportuno.
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