Las jugosas peras y las rojas ceresas de gran consumo en el mundo
El peral se considera como indígena de Europa, y su cultivo no se acomoda bien a todos los climas, porque el calor y la sequedad en exceso le perjudican notablemente, y, por otra parte, lo suelen invadir una muchedumbre de insectos y de enfermedades. Así, por ejemplo, en países demasiado cálidos el follaje se enrojece y deseca al influjo de los vientos secos y ardientes. En cambio, vegeta con mayor lozanía en los países templados. Sus flores, de color blanco, se parecen a las del manzano, y, por las condiciones del cultivo, sus frutos pueden variar muchísimo. Hay especies, como la moscatel, de carne mantecosa, que deja rico jugo en la boca, y otra, no menos apreciada, de pulpa crujiente y azucarada, es excelente para compotas y otros muchos usos, que hacen de este fruto uno de los más apetecidos.
Otro fruto de que se hace también gran consumo es la cereza, muy semejante a la guinda, pero más dulce y de carne más tierna y jugosa. Estas pequeñas frutas, de color rojo vivo de muy diferentes matices, se comen generalmente a poco de recolectadas, sin someterlas a ninguna preparación; pero, desecadas y convenientemente tratadas con azúcar y alcohol, sirven para hacer excelentes conservas, y se utilizan asimismo para fabricar, por destilación, los licores llamados kirsch y el marrasquino.
Los cerezos viven bien en climas frescos y terrenos ligeros y calizos. Las flores son generalmente blancas.
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