Importante papel desempeñan los insectos en la polinización
Vamos a explicar ahora la razón que tienen muchas flores para necesitar la visita de los insectos, a los que, no contentas con atraerlos mediante sus vistosos colores y su suave perfume, les ofrecen como recompensa su néctar. Si nos fijamos en la madreselva, veremos que su flor presenta la corola en forma de un largo tubo del que salen delgados elementos a manera de hilos, cinco iguales y uno desigual. Los cinco iguales pueden compararse a unos martillitos con el mango muy largo y se denominan estambres; el restante termina en un puntito de materia viscosa parecido a la cabecita de un alfiler, que recibe el nombre de estigma. Si abrimos cuidadosamente la flor, rasgando el tubo, de modo que podamos ver hasta el fondo, observaremos que este supuesto alfiler termina en una bolita verde en el extremo inferior, que es el ovario. El interior del ovario contiene varios cuerpos pequeños llamados óvulos. Al conjunto formado por el estigma, el estilo, que es el hilillo que lo continúa, y el ovario, se le da el nombre de pistilo.
Los estambres se abren y suministran cierto polvo muy fino, llamado polen. Si los granos de polen llegan a ponerse en contacto con la cabecita viscosa del pistilo, ésta queda atravesada por diminutos vástagos que produce el polen, cada uno de los cuales llega hasta uno de los óvulos y lo fecunda. Entonces ocurren cosas maravillosas. El óvulo empieza a crecer, a crecer, se hincha el ovario y poco a poco va desapareciendo la corola de la flor. El ovario se convierte en una baya madura y jugosa, el fruto, de hermoso color rojo, y los óvulos se transforman en semillas. Pero no se producirán éstas, si el polen no se pone en contacto con el pistilo.
En casi todas las flores que ostentan variados matices ocurre que los estambres y el pistilo alcanzan su sazón en épocas distintas, o bien que. a causa de la posición de los estambres, el polen no puede alcanzar al pistilo de la misma flor, y por esta razón ha de fecundarlas el polen de otras flores para que produzcan semillas. De esta operación se encargan los insectos, los cuales, frotando su velludo cuerpecillo contra e! polen de una flor, se llevan una parte de él, que depositan en la cabecita viscosa del pistilo de otra, también por medio del roce.
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