Lagartos cuya cola puede renacer después de cortada


De los lagartos a las culebras no hay gran trecho, no siendo raro hallar algunos de los primeros parecidos a las últimas, con largos y delgados cuerpos provistos de patas insignificantes. Uno de ellos, el lución o serpiente de cristal, carece de patas visibles. Se llama así porque su cuerpo es tan frágil que al cogerlo puede rompérsele la cola, con la misma facilidad con que se rompería un cristal muy delgado. El Supremo Hacedor ha construido los huesos de ese animal de tal manera que pueden separarse fácilmente. De esta suerte el lución puede escurrirse y tener al cabo de cierto tiempo una nueva cola, sin perjuicio de perderla otra vez.

En Europa hay un reptil del mismo grupo, que puede romper también su cola para escapar. Es la llamada culebra ciega: tiene ojos sin párpados y parece una culebra o un gran gusano, aunque no es ni una cosa ni otra, sino uno de tantos lagartos sin patas, que se alimenta de babosas y de gusanos, prestando excelentes servicios a los jardineros. En otoño se reúne con los suyos, y en número de doce o más se esconden debajo de las hojas caídas o en un agujero al pie de un árbol, para dormir durante todo el invierno. La culebra ciega pertenece a la familia de los saurios que reciben, el nombre de anfisbénidos.

Los escindidos tienen de quince a treinta centímetros de longitud; habitan en todos los continentes, pero abundan especialmente en Australia, África y Asia, comprendiendo numerosas especies. Algunos tienen patas bien desarrolladas; otros, en cambio, las tienen muy débiles, o casi rudimentarías, o bien carecen enteramente de ellas, como el escinco de dardo, y el escinco ciego.