Mariposas que, no pudiendo volar, trepan a los árboles, en los que dejan sus huevos
Al formarse la crisálida, cae al suelo, y allí alcanza su cabal desenvolvimiento. Ahora bien: no pudiendo volar, la hembra se encuentra obligada a trepar hasta la parte superior de los árboles, deslizándose por el tronco. Conociendo esta circunstancia, los horticultores fijan alrededor de aquéllos unas fajas de papel especial, cubierto de liga u otra materia pegajosa, en donde queda prendida la mariposa que intentó trepar, evitando así las puestas de huevos y el nacimiento de las orugas destructoras.
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