Poderosas armas de que se hallan provistos los basureros alados, el gallinazo y el zopilote
Los verdaderos buitres son más voraces aun que los cóndores. Se ha visto a un alimoche atracarse de comida al extremo de no poderse sostener ya de pie, y seguir comiendo echado sobre un costado. Existen muchas especies de buitres, unos más repulsivos que otros, pero ninguno simpático. Estas aves se reparten con las hienas, los chacales y los perros salvajes, las inmundicias de las ciudades de Oriente. Devoran también la carne corrompida de los animales muertos, y matan los recentales y cabritos que son demasiado débiles para poder defenderse o para eludir el ataque.
Poseen vigorosas garras, pero no tan potentes que les permitan transportar grandes pesos a sus nidos. El arma principal que tienen para atacar a sus víctimas es el pico, con el que despedazan la piel a los caballos y búfalos, y les arrancan la carne de los huesos hasta dejar el esqueleto pelado. En América no existen estos buitres, pero sí especies parecidas, tales como el gallinazo o aura del sur de Estados Unidos, de América Central y de parte de la Meridional, que es un pequeño individuo que pesa sólo un kilogramo y cuarto, si bien puede llegar a tener 75 centímetros de longitud. Hállase cubierto de un plumaje todo negro, menos la cabeza, que la tiene desnuda y rojiza, y anda siempre buscando carroña; por eso en los países donde habitan les permiten recorrer libremente las calles de los barrios bajos, convencidos de que han de limpiarlas de muchas suciedades.
El zopilote es otra de las aves de este grupo; se distingue por su pico largo, recto en la base y muy ganchudo en la punta. El plumaje es semejante al del aura, pero la piel de su pescuezo es negruzca. Es curiosa la costumbre que tienen estos animales con respecto a otro llamado rey de los zopilotes. Los zopilotes nunca pelean entre sí; cuando tienen comida no se la disputan como otras aves; pero todos ellos abandonan precipitadamente la presa cuando llega un rey de los zopilotes, y esperan a prudente distancia que éste termine con el festín, para volver ellos. Se ha pretendido ver una muestra de respeto y pleitesía en este acto, de ahí el nombre que recibe el animal, pero en realidad no es más que miedo y prudencia. El rey de los zopilotes tiene plumaje rojizo en la parte superior del cuerpo, blanco en la inferior, con las alas negras; la base del cuello está rodeada por un collar semejante al del cóndor, pero de color gris.
La cabeza y el cuello desnudos del rey de los zopilotes presentan cambiantes de color carmesí, anaranjado y púrpura; posee unas excrecencias carnosas, extraordinariamente coloreadas, alrededor de las ventanillas de la nariz y de la raíz de su espantoso pico.
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