Las faunas de América y sus relaciones con los puentes y aislamientos geográficos
El continente americano tuvo, en otras eras, faunas no sólo curiosas sino características. Algo hemos dicho ya de las conexiones o puentes terrestres que existieron entre Eurasia y Norteamérica; fue a través de ellos por donde llegaron los más primitivos mamíferos a América, salvo algunos pocos, muy raros, parecidos a reptiles y probablemente originarios de Norteamérica; con esto queremos significar que esa porción del continente americano tuvo una fauna muy antigua y rica, parte de la cual alcanzó a pasar gradualmente a Sudamérica, gracias a América Central, que hizo de corredor o de ruta de pasaje entre ambas partes.
Pero no siempre Centroamérica estuvo emergida, sino que, por trastornos de la corteza terrestre, más de una vez se sumergió, dejando en su lugar un estrecho. Pero la falta de unión tampoco fue siempre completa, pues algunas veces quedaron islas o porciones de tierra que, con ciertas dificultades, podían ser utilizadas por mamíferos terrestres en sus viajes de Norte a Sur o viceversa.
Los paleontólogos parecen estar de acuerdo en que Sudamérica fue, durante la mayor parte de la era terciaria o Edad de los Mamíferos, una enorme isla totalmente separada de cualquier otro continente por extensísimos mares. Tan sólo algunas pocas veces esas cadenas o rosarios de islas a que nos hemos referido permitieron alguna conexión entre ambas partes. Estas circunstancias ayudan o favorecen la división, en tres etapas, de la historia de las migraciones de los animales entre ambas Américas.
La primera etapa es la más antigua, y se caracteriza por una perfecta unión terrestre entre Sur y Norteamérica, a través, naturalmente, de Centroamérica. Ocurrió hace muchísimo tiempo, unos 70 u 80 millones de años, en el período geológico llamado Paleoceno, que es el primero y más antiguo de la era terciaria, y el de mayor duración.
La segunda etapa se extiende desde el Eoceno hasta el Oligóceno, en mitad de la era terciaria; fue más breve e irregular que la anterior, y se caracteriza por la existencia de islas o trozos de tierra irregulares en lo que hoy es Centroamérica.
Por último, la tercera etapa se extiende desde fines del terciario hasta nuestros días, sin interrupciones, y en ella vemos que Centroamérica vuelve a surgir estableciendo una conexión perfecta.
Todas estas etapas nos indican que la historia del intercambio faunístico o de las migraciones significó para América del Sur un dilatado proceso episódico, algo así como una de esas largas películas cinematográficas que se van ofreciendo al público poco a poco, pero en las que cada parte está relacionada con la anterior. Si un continente va recibiendo a: los elementos de su fauna “por entregas”, es lógico que cuando el zoólogo o el paleontólogo. los estudie, encuentre, más o menos separados los unos de los otros, distintos lotes o conjuntos, a los que se denomina, estratos. Eso es lo que ha ocurrido en Sudamérica. Cada una de esas etapas tiene su fauna propia, lo cual facilita su estudio.
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