La garza y su extraña vida en el agua y en los árboles


En algunos países europeos, tiene la garza amigos que la protegen para que construya sus nidos al abrigo de todo peligro; pero, de igual modo que el halcón, ha pasado de moda. Hubo, tiempo atrás, la costumbre de amaestrar garzas y halcones; hoy, sin embargo ha caído en el olvido. Cierto que la garza tiene sus defectos, que come un número extraordinario de peces en los ríos y lagos que frecuenta, que devora a los pequeñuelos de otras aves, y todo esto justifica a primera vista el que todos los cazadores la tomen por blanco. Nadie parece acordarse de que este curioso animal realiza una obra meritoria por el número de serpientes y ratones que caza. Son las garzas, aves de extrañas costumbres. Pasan en el agua la mitad de su vida; en los charcos y lagunas pasean sobre sus largas patas a manera de zancos, buscando alimento, o descansan sobre una sola encogiendo la otra, y ofreciendo así el aspecto de un pájaro sobre una percha. Sólo se reúnen con algunos de sus congéneres en la época de la cría. Entonces construyen sus nidos en la cima de los árboles más altos. Siempre que éstos sean seguros, las garzas vuelven a ellos todos los años. En la India están domesticadas, y habitan en las viviendas humanas. Pero los indígenas no las conservan únicamente para disfrutar de su compañía, sino que les exigen un triste servicio. Puede contemplarse a estos animales inmóviles como estatuas sobre las barcas o sobre los montones de maderas que hay en el río. Las aves silvestres, al verlos tranquilos allí, se acercan sin temor, suponiendo que la misma seguridad ofrecerán para ellas aquellos lugares. La razón de esa inmovilidad, que convierte a las garzas en otros tantos señuelos, es la de tener estas aves los párpados eternamente cerrados, pues los bárbaros indígenas se los cosen.

Una de las más grandes de las garzas es la azul pues alcanza una longitud de 1,20 metros. Tiene un penacho negro, y su cabeza y pechuga son blancas y el resto del cuerpo grisáceo o azulado. Existe una segunda garza de color de púrpura, que caza los peces de noche y hay otra llamada goliat o garza gigante, a causa de su gran tamaño, que presenta, esparcidos en su plumaje, todos los colores del arco iris.