El merino español y su admirable vellón
El carnero merino es originario de España. Allí, el ovino sirio, que tanto renombre dio en la época precristiana a Tiro y Mileto, importado tal vez del sur de Italia o del noroeste de Á frica, seleccionado metódicamente por todos los conquistadores sucesivos de Iberia, fenicios, cartagineses, romanos y árabes, excepto los godos, en el curso de siglos, se desarrolló y perfeccionó en el sentido de la mayor fineza de lanas, adquiriendo los caracteres tan peculiares que singularizan al merino y lo hacen tan apreciable.
España, durante la Edad Media y gran parte de la Moderna, proveyó de lana fina a la Europa culta de aquel entonces. Ya los romanos preferían a todas las otras, las lanas españolas, más finas, y natural y diversamente coloreadas. En el maravilloso florecimiento industrial que ocasionó en España el dominio inteligente, activo y emprendedor de los árabes, los telares españoles cobraron nombradla universal, tanta, que los ingleses, para librarse de la ruinosa competencia, dictaron a favor de las suyas medidas severísimas de protección, en contra de las lanas y tejidos españoles.
La expulsión de los árabes, cuya inmediata consecuencia fue el decaimiento de la industria, y, más tarde, la derogación de los privilegios onerosos acordados a los criadores, detuvieron en España el mejoramiento de la raza merina en el punto en que hoy día se encuentra aún, y del cual apenas empieza a salir.
En España, los ovinos en general, según el método de crianza, se dividían y dividen en estacionarios y trashumantes. Los primeros permanecen en un mismo lugar, sea en granjas, sea en campos naturales libres y ricos en pastos; son los menos, y comprenden pocos merinos puros. Los segundos, los trashumantes, son trasladados periódicamente de una región a otra, distantes entre sí, a fin de procurarles en lo posible uniformidad de alimentación y de clima en las distintas estaciones del año: ascienden en Abril y Mayo (primavera europea) a parajes altos, a las mesetas y montañas del norte de España; al promediar el otoño, en Octubre, bajan para ir a invernar en las planicies templadas meridionales; son los más, y comprenden la casi totalidad de los merinos puros.
Cuando sobrevino la decadencia, los merinos fueron llevados de España a otros países de Europa, en donde, gracias a los mejores cuidados y a la esmera-la selección, alcanzaron la perfección de que gozan en la actualidad, haciéndose, además de excelentes productores de lana, buenos animales de carnicería.
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