El guanaco sudamericano. Cómo se caza y para qué sirve
El guanaco es un rumiante sudamericano, de la familia del camello.
Al amanecer, y a la tarde, suele bajar a las aguadas, abandonando las alturas en que ha pasado el resto del día. Tiene la particularidad de que, cuando come, así como cuando viaja, pasa siempre por los mismos lugares, concluyendo por hacer una senda perfectamente visible. Es tan difícil para él apartarse de éstas, que los indios de las montañas cortan camino, cuando quieren alcanzarlo, seguros de que después de describir una gran curva, el animal vendrá a encontrarse con ellos. Este modo de cazarlos es una demostración: el cazador lleva perros enseñados a. cuidar "las prendas del amo ", y después de reconocer la senda, aprovechando que el animal ha bajado a la aguada, deja sus perros detrás de las piedras, escalonados junto al camino, al cuidado de alguna prenda; describe luego un rodeo, ataca al animal en las proximidades de la aguada, y cuando éste huye, si escapa a los libes (boleadoras especiales), o a los colmillos del primer perro, cae en poder de cualesquiera de los restantes. El quichua, para voltear al guanaco, le tira las boleadoras al pescuezo; el animal, al sentirse tocado, levanta las manos, cayendo trabado.
Se dice que el guanaco habita en las regiones sin bosques. Efectivamente, predomina en ellas; pero un naturalista asegura que existen en algunas regiones boscosas del Chaco occidental; por otra parte, es un hecho, perfectamente conocido, que esta especie abunda en los bosques de la Tierra del Fuego. Allí los indios onas, cuando encuentran la senda del guanaco que desean cazar, hacen en ella un pozo, en cuyo fondo ponen a veces una pica clavada, y lo tapan, para disimularlo, con ramas. Otros indios, al amanecer, a la hora que ellos saben que el guanaco irá a beber a la aguada, lo acechan junto a la senda, ocultos entre las tupidas matas de calafate.
Este animal, que en los Andes del Norte Argentino llaman relincho, anda por ellos, en reducidos grupos-simples familias compuestas de un guanaco macho, dos o tres hembras, y las crías. Cuando esta familia huye, al aproximarse los cazadores, las hembras van empujando a las crías, y el macho cubre la retirada, tan valientemente, que muchas veces, al sentir los disparos del cazador, se vuelve hasta él, tal vez llevado por la curiosidad de que padece en exceso.
En la Patagonia son tan abundantes los guanacos, que llegan a ser una calamidad para las estancias. Allí son muy apreciados los quillangos de nonato, en cuya fabricación entran generalmente veintidós de estos cueros. Tenemos el dato preciso de que sólo por el puerto de Santa Cruz han salido en un año once mil quillangos; lo que significa el sacrificio de doscientos cuarenta y dos mil animales. Agreguemos a esto lo que puede salir por otros puertos, y lo que se va con seguridad por los pases a Chile, de todo lo cual no tenemos ninguna idea concreta, y se comprenderá entonces la destrucción sin control que se hace de este animal. Sin embargo, hay conocedores de la Patagonia que sostienen que esta extracción es insignificante, ye recuerdan la enorme cantidad de manadas que hay, muchas de las cuales se componen de tres mil a cinco mil animales.
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