De la efímera, que vive tres años en el agua y un día en el aire


Lo que venimos diciendo sobre las transformaciones de los insectos nos trae a la memoria la vida de la efímera. La historia de su vida en el agua es semejante a la de los otros insectos de que acabamos de ocuparnos. Pero ésta permanece dentro del agua por espacio de dos o tres años, durante los cuales la larva lleva una vida agitada, cazando y alimentándose a costa de otros insectos, fabricándose viviendas en la arena o en el lodo y preparándose con gran lentitud para lo porvenir. Por fin llega el gran día; el estado de crisálida ha sido rebasado, y el insecto trepa a la superficie del agua en perfectas condiciones para emprender el vuelo, salvo que todavía se halla envuelta en su ropaje de ninfa. Cuando logra despojarse de él, remonta el vuelo en el aire. Esta especie de insecto de alas transparentes, suele abundar, en los meses cálidos, sobre los canales, los estanques o los ríos. Su vida en el aire no se prolonga nunca más de un día. A menudo sólo transcurren unas horas entre el momento en que abandona el agua y su muerte. En tan corto espacio de tiempo ponen las hembras centenares de huevos en las hojas de las plantas acuáticas, y mueren. Su existencia en el aire ha durado tal vez unas horas, después de haber pasado años enteros en el agua preparándose para ella; sus cadáveres se acumulan de tal modo en algunas partes, que se las puede barrer y esparcir por les campos para que sirvan de abono.