¿Hay oro en cantidad apreciable en el agua del mar?


Cuando hacemos un estudio concienzudo de la tierra, del aire o del agua, hallamos en ellos ligeros vestigios de cuerpos, cuya presencia no hubiéramos sospechado jamás: aunque sólo sea en la proporción de uno por millón. El oro es uno de esos cuerpos que nadie puedo imaginar que se encuentre en el agua del mar, y, sin embargo, lo hallamos en ella, cuando practicamos su análisis, en proporción bastante apreciable. Y si tenemos presente la inmensa masa de agua que los mares contienen, pronto se echa de ver que la existencia total de oro debe ser considerable. Sin embargo no es, por fortuna, suficiente para pagar los gastos que exigiría su extracción, y por eso nadie se decide a extraerlo, excepción hecha de los químicos, que lo hacen por amor a la ciencia, y no por amor al oro mismo. Y decimos «por fortuna», porque sabemos que el oro tiene un valor intrínseco muy escaso, y no merece, por tanto, que se gaste una cantidad tan grande de vida y trabajo humano para extraerlo del mar. Cuando aprendamos a fabricar el oro -pues no cabe duda alguna que el procedimiento ha de descubrirse algún día- aun decrecerá más el interés de extraerlo del agua del mar, que contiene sustancias mucho más preciosas que el mencionado metal.