¿Qué son y cómo se aplican las ondas ultrasonoras?
Los sonidos que nuestro oído puede percibir son vibraciones del aire cuyas frecuencias están comprendidas entre los 20 ciclos por segundo y los 20.000 c/seg. Todo sonido cuya frecuencia de vibración sea superior o inferior a estos valores no puede ser oído por nosotros, aunque sí pueden percibirlo algunos animales como el perro, el murciélago, etcétera.
El hombre ha construido aparatos especiales con los cuales pueden producirse ondas sonoras cuyas frecuencias de vibración superan los 20.000 c/s, o sea, inaudibles; estas ondas son conocidas con el nombre de ondas ultrasonoras. Con algunos de estos aparatos pueden conseguirse ultrasonidos cuyas frecuencias alcanzan los 100.000 ciclos por segundo.
Las ondas ultrasonoras se han destinado a numerosas aplicaciones útiles en las industrias, pues, aunque silenciosas para el hombre, producen efectos realmente sorprendentes. Veamos algunos que nos convencerán de su acción aparentemente mágica.
Si a una varilla de acero con afilada punta la hacemos vibrar con ondas ultrasonoras podremos con ella perforar vidrio, láminas metálicas, madera, etc., con la misma facilidad que si fueran de manteca.
Con las ondas ultrasonoras pueden realizarse intensas agitaciones en líquidos, tanto que éstos parecen entrar en ebullición; el efecto se hace muy importante en los casos de líquidos muy viscosos, los cuales pierden fácilmente su consistencia por efecto de este tipo de agitación.
Los ultrasonidos son también insustituibles en la preparación de emulsiones; con ellos pueden hacerse miscibles los líquidos más disímiles, como el agua con aceites, con petróleo, con querosén, etc.
Sería muy larga la lista de aplicaciones si quisiéramos describirlas a todas, digamos que éstas se han extendido a las industrias químicas, medicina, fotografía, fabricación de cerveza, aviación, navegación, etc.; pero donde su aplicación rinde una utilidad realmente espectacular es en la defensa de los alimentos almacenados: granos, semillas, y otros similares. En esta clase de sustancias, es muy difícil la prevención de los efectos destructivos de las plagas, sobre todo de los insectos. Los ultrasonidos hacen estallar en apenas un microsegundo (¡millonésima de segundo!) las células de numerosos insectos, y, en especial, sus huevos, con lo que se evitan los desastrosos efectos de su voracidad sobre la economía de los pueblos.
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