¿Por qué se abren y cierran las flores?
La apertura y el cierre de las flores se producen por distintos estímulos climáticos: luminosidad, temperatura, etc. Son muy numerosas las flores sobre las cuales los rayos solares actúan estimulándolas en los procesos de apertura y de cierre. La mayor parte de ellas se abren al amanecer y se cierran al caer de la tarde. Otras, por el contrario, como el dondiego de noche, se abren al atardecer y se cierran a la madrugada. La acción de la luz no es uniforme en todas las flores, sino que éstas reaccionan de diferente manera según la duración e intensidad de la iluminación. El gran botánico sueco Linneo había observado este fenómeno y compuso el reloj de la flora, en el que cada hora era indicada por el abrir o cerrar de las flores de plantas que pertenecían a las más distintas especies.
Si a una flor cerrada de tulipán se le aproxima un cuerpo caliente, se observa que rápidamente se abre. En este caso el estímulo es producido por la temperatura. Tales movimientos de los distintos órganos florales se llaman movimientos násticos. Se diferencian de otro tipo de movimiento llamado tropismo por producirse en una dirección que no está determinada por la del estímulo, sino que dependen de la estructura anatómica del órgano. En cambio en el tropismo el movimiento se produce en la dirección del estímulo, tropismo positivo, o en la contraria, tropismo negativo.
Un grupo especial de movimientos násticos es el que se observa en las flores con relación a los procesos de polinización. Los estambres de ciertas flores cuando son tocados ligeramente en la base se curvan de golpe sobre el pistilo, al que polinizan. Las flores de muchas familias compuestas tienen la base de los filamentos de los estambres muy sensible al roce de los insectos. Al ir éstos en busca de néctar los rozan; entonces se contraen, y el tubo formado por las cinco anteras concrescentes descienden y cubre de polvo al estigma.
No sólo las flores son capaces de movimientos násticos, pues también las hojas ofrecen frecuentes ejemplos de tal fenómeno. Las hojas de Amarantus, Tropaeolum, etc., toman durante el día una posición erguida -posición de vigilia- y quedan colgantes durante la noche, posición de sueño. Las hojas del lino, por el contrario, se enderezan durante la noche. Tales movimientos son especialmente notables en las hojas jóvenes, cuya capacidad de reacción disminuye con la edad. No se sabe si los estimulantes son sólo luminosos.
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