¿Nos engañan con mucha frecuencia nuestros ojos?


Todos sabemos que sí. Pero hemos dicho que estas aberraciones de nuestros sentidos pueden enseñarnos algo, y vamos a demostrarlo con un ejemplo sencillo, de todos conocido. Las imágenes persisten en nuestros ojos una pequeñísima fracción de segundo después de desaparecer los objetos que las produjeron; por ejemplo, si hacemos girar el disco blanco y negro que aparece en otro lugar de esta obra, vemos círculos completos en vez de fracciones de círculo. Esto ocurre porque nuestros ojos siguen viendo las líneas aún después de haber pasado, y las ven hasta que vuelven a ocupar nuevamente las mismas posiciones. Si tomamos una cartulina que tenga pintada una barrera en un lado y un hombre montado a caballo en el opuesto, y la hacemos girar, nos parecerá que el caballo salta la barrera. Éste es el principio en que se funda el cinematógrafo, que tantas veces habréis visto como una mera distracción, pero del cual cabe esperar aún aplicaciones sumamente provechosas en el terreno científico, que proporcionarán al hombre, indudablemente, grandes beneficios para su instrucción y cultura.