¿Por qué no podemos volar del mismo modo que nadamos?


Esta pregunta es muy natural, porque el nadar y el volar se fundan en el mismo principio. El cuerpo, en ambos casos, es más pesado que el medio, y el problema consiste en impedir que aquél se hunda. Pero, en el caso de la natación, la diferencia entre el peso del cuerpo y el del medio que lo rodea es muchísimo más pequeña que en el caso del aire, lo cual facilita considerablemente la solución del problema. Todavía es menos difícil nadar en el agua del mar que en el agua llamada dulce, por ser acuella más densa. Por otra parte, existe un animal que puede volar a pesar de que no es un pájaro y de que está constituido de un modo muy parecido al hombre; este animal es el murciélago. El murciélago sabe, por decirlo así, que para volar es preciso ofrecerle al aire una superficie muy grande, que lo sostenga lo más posible,

El murciélago, en efecto, cuyos dedos son parecidos a los nuestros, los tiene enormemente largos y unidos por una membrana; queda así provisto de dos magníficos planos con los cuales le es dable volar. Lo mismo ocurre en lo tocante a la natación, tratándose de animales palmeados como las aves palmípedas, las ranas, etc.