¿Son los animales seres pensantes como nosotros?


Indudablemente, los animales sienten y recuerdan, pero es un error, que con frecuencia cometemos, dar el nombre de pensamiento a estos sentimientos y recuerdos. En realidad, pocas palabras poseen una significación más amplia y menos concreta que ésta; pero en el caso actual es preciso aplicarla en su más estricto sentido. Sabemos que el perro puede sentirse feliz o disgustado, y recordar y reconocer a su amo; pero lo que nosotros deseamos conocer concretamente es si el perro, o cualquier otro animal, es capaz de raciocinar. Ahora bien, el raciocinio o pensamiento, en el verdadero sentido de la palabra, consiste en el poder o facultad de asociar las ideas. Cuando comenzamos a relacionar las cosas en nuestra mente empezamos a pensar, y decimos entonces que unas cosas nos hacen pensar en otras. Los mejores pensadores son aquellos en quienes esta asociación de ideas es más amplia, abundante y variada, y más profundas e importantes son las cosas sobre las cuales versan sus pensamientos.

Pues bien, si estudiamos el proceder de los perros, o de los elefantes, de las aves o de cualquiera otra especie de animales, encontraremos en seguida pruebas abundantísimas de que no asocian ideas, de que obran frecuentemente guiados por impulsiones sensibles, pero que no raciocinan, en el verdadero sentido de la palabra, porque no combinan ideas o conceptos generales.