¿Por qué es dulce el azúcar, salada la sal y agrio el limón?
Ésta es una pregunta que puede ser respondida en un sentido, y sin embargo, no hay manera de contestar de un modo categórico. Sabemos que existe una parte bien delimitada da la superficie del cerebro donde reside, en realidad, el sentido del gusto, y a la cual convergen, por lo menos, cuatro o tal vez mayor número de haces de nervios, en cuyos extremos opuestos encontramos los “bulbos del paladar”, de la lengua y parte de la garganta. Cuando un haz de estos nervios es excitado, despierta en el cerebro la sensación que llamamos sabor dulce, y la sustancia que excita este haz especial de nervios es el azúcar. Vemos, pues, que, en un sentido, ésta es la respuesta a la pregunta.
Pero nadie podrá nunca decir por qué el azúcar no produce la misma sensación que la sal, o por qué esta sustancia no ha de sabernos dulce o amarga; ni existe manera alguna de explicar lo que es el sabor dulce, o salado, o amargo, o ácido a una persona que no haya experimentado jamás semejantes sensaciones. Ni aun siquiera podemos asegurar que a los otros les sepan el azúcar, la sal o el limón lo mismo exactamente que a nosotros.
La palabra azúcar es el nombre común a todo un grupo de sustancias químicas que presentan caracteres semejantes, y todas las cuales poseen un sabor dulce, aunque en algunas de ellas sea éste menos marcado que en otras, como por ejemplo, en el azúcar de leche, o lactosa. Pero la sacarina, que algunas personas usan en sustitución del azúcar, a pesar de ser más dulce que ella, químicamente juzgada, es enteramente distinta.
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