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¿Qué son las lámparas fluorescentes?

El triunfo de la lámpara fluorescente no ha sido fácil de lograr, se han necesitado muchos años de estudio para conseguir su aplicación a la iluminación. Puede decirse que su descubrimiento data de la misma época que la lámpara de incandescencia; sin embargo, mientras ésta conquistó fácilmente su ubicación en la iluminación de edificios y calles, el tubo fluorescente, conocido entonces como tubo de gas neón, cumplió un papel secundario al ser utilizado únicamente para fines decorativos en los carteles luminosos.

Son conocidas las ventajas de la lámpara fluorescente sobre la de filamento metálico; no sólo brinda la posibilidad de obtener una iluminación que se aproxima más a la de la luz solar, o tonos de coloridos especiales, sino que, lo que es más importante, asegura, para igual iluminación, un consumo más reducido de energía eléctrica.

Veamos en qué hechos físicos se basa la emisión de luz de las lámparas fluorescentes. Destaquemos las partes principales que componen el tubo de descarga, ellas son: la pintura, en la pared interna del tubo, hecha con sustancias fluorescentes, los dos filamentos metálicos, uno en cada extremo del tubo, y el gas encerrado dentro de éste. Veamos ahora la misión que cumple cada una de estas partes. Entre los dos filamentos metálicos se verifica una rápida descarga eléctrica, un violento flujo de electrones que corre de un extremo al otro del tubo. Estos electrones en su trayecto chocan contra los átomos del gas que anteriormente mencionamos; por tal razón, dichos átomos son excitados y emiten, como consecuencia, una radiación violeta o ultravioleta. Esta radiación ultravioleta al incidir contra la pared del tubo es absorbida por las sustancias que en forma de pintura cubren dicha pared, pintura que, como dijimos, es fluorescente, o sea, emite luz al absorber radiación ultravioleta.

Es precisamente por el cambio del tipo de sustancia fluorescente depositada en la pintura interior del tubo que logra variarse la tonalidad de luz emitida, la cual puede ir desde el rojo hasta una imitación casi perfecta de la luz natural de un día claro.