¿Qué utilidad reporta a las flores su propio perfume?
Debemos tener en cuenta que las plantas producen su aceite volátil no precisamente para nosotros, sino para los fines y necesidades de su propia vida; es, por tanto, mucho más interesante averiguar, si es posible, por qué produce la planta su aceite, que no el motivo que nos impulsa a prensarla para robarle esta sustancia.
Notemos, ante todo, que es casi siempre la flor la que contiene la esencia; no el tallo, ni la raíz, ni tampoco las hojas, sino especialmente la flor. Las plantas echan flores para producir, por medio de ellas, sus semillas, las cuales, al madurar y caer sobre la tierra, germinan y dan vida a una nueva planta. Generalmente son los insectos los encargados de actuar como intermediarios en el proceso de fecundación de las flores: al posarse sobre una de éstas se llevan cierta cantidad de polen -tal es el nombre de la sustancia fecundante-, que depositan enseguida sobre otra flor de la misma especie, cumpliendo así su mediación.
Ahora bien, para asegurar esta función, es preciso que las flores atraigan a los insectos. En primer lugar, la planta presenta flores con belleza y colores llamativos para que las descubran fácilmente estos seres; y en segundo lugar, comunica a éstas un perfume penetrante, el cual atrae también a los insectos, dotados de un olfato privilegiado, que acuden a posarse sobre ellas para embriagarse con sus fragantes aromas.
Existen, por otra parte, microbios que podrían atacar a esas preciosas flores y lograrían destruirlas, si no fuesen aniquilados por los aceites volátiles mencionados.
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