LA CAMPANA Y EL BADAJO - León Halévy
Era el orgullo de la obscura aldea
Una nueva campana
Que a todos con su estrépito aturdía
Y lejos resonaba.
El cura se juzgaba casi obispo
Y rey de la comarca.
Cuando a vísperas ya, cuando a maitines,
El badajo atronaba.
Al médico, tapando las orejas,
Engreía esta alhaja;
Mas cierta vez que el sacristán fornido
Una boda anunciaba.
Voló en pedazos el sonoro bronce;
Sencilla fue la causa:
Su inhábil fundidor pensando sólo
En que así resonara.
No calculó la dimensión absurda
Que a aquel badajo daba.
El pájaro de hierro enmudecido,
Así rompió su jaula.
-Pigmeo que piensas parecer gigante
Si hueca la voz alzas;
Los que al éxito lleva de un momento,
Vocinglera la fama;
Juglar que aturdes al que a ti se acerca
Con tu importuna charla;
Joven precoz que en tus principios eres
Fenómeno que pasma;
¿De qué sirve ese brillo estrepitoso?
¡En verdad que de nada!
El badajo es seguro que no tarde
En romper la campana.
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