EL CAFÉ Y LA ADORMIDERA - Anatolio Segur
La adormidera y el café, preciosos
Remedios que el humano debe al cielo
Cuál medicina universal, vehementes
Disputaban allí en el fértil suelo
En que entrambos se alzaban orgullosos,
Cuál más útil al hombre ser podía
Con virtudes los dos tan diferentes.
-Tú, exclamaba el café, mezquina planta
Sin vigor y energía.
Cuyos fríos vapores, jugo helado,
Tan sólo inspiran ¡tu virtud es tanta!
La floja languidez, ¿tienes la suerte,
Sin gozar el poder que Dios me ha dado,
En el cuerpo marchito,
De animar los resortes de la vida,
Cual bálsamo bendito
La frialdad apartando de la muerte,
Al encender su sangre entorpecida?
Yo sé triunfar de las dolencias graves.
Tú solamente adormecerlas sabes.
-En buen hora: está bien.
Guarda ese imperio
Que reconozco en ti, la adormidera
Con calma le responde en tono serio.
En verdad que pudiera
Con sólo dos palabras contestarte:
Con mi virtud consigo
Lo que no puedes tú, yo por mi parte.
-¿Qué haces, pues?-Caro amigo,
Hacia mí no son justos tus desprecios.
Como tú no provoco
La charla de los necios.
Mas logro que se callen, que no es poco.
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