A ITALIA - José Heriberto García de Quevedo


Como en la azul atmósfera,
Desde la cumbre alpina,
Rauda se lanza el águila
Hasta que al sol vecina
Un punto el vasto Océano
Y el mundo ve a sus pies;
Mas si flechero impávido
Tiro mortal le asesta,
Herida el ave ciérnese
Y luego en la alta cresta
Ya moribunda abátese
Rendida su altivez:

Así caíste, ¡oh mísera!
De la sublime cumbre,
Y ora so el yugo férreo
De odiosa servidumbre
Inclinas mustia y pálida
La antes soberbia faz;
Te humillas ante el bárbaro
Tirano que te asuela,
Sin que haya un ser magnánimo
Que de tu mal se duela,
¡Ni un campeón intrépido
Que ose por ti lidiar!

¡Qué! ¿Sólo esclavos tímidos
Se nutren en su seno?
¿La raza de los héroes
De Munda y Trasimeno
Ni un sólo ilustre vástago
Dejó detrás de sí?
Tú, patria de los Césares,
Camilos y Escipiones;
Tú, madre de los Régulos,
Los Brutos, los Catones,
¿No tienes ya ni mártires
Que osen morir por ti?

¡Cuánto en el alma inspírame
Honda piedad tu llanto!
¡Cuánto, oh matrona, el lúgubre
Gemir de tu quebranto
Dolor infunde al férvido
Ansioso corazón!
¿Y a quien no mueve a lástima,
¡Oh Italia! tu amargura?
¡Ay! tus arroyos límpidos,
Tus campos de verdura,
¿Mas qué?... ¡tus mismas lágrimas
Libres tampoco son!

¡Raza de esclavos trémulos,
Nación degenerada,
De tus abuelos ínclitos
Osa empuñar la espada!
¿Qué esperas ya? -¡Levántate!
¡No más esclavitud!
¡El sacrosanto lábaro
De libertad tremola!
¿Hay en tus campos fértiles,
Hay una piedra sola,
Que no recuerde altísimas
Memorias de virtud?

¡Sus! ¡Al combate! ¡el ánimo
No os faltará, guerreros!
¡Brillen al aire fúlgidos
Desnudos los aceros!
¡Pueble el espacio el hórrido
Bramido del cañón!
¡Llene la trompa bélica
Los ámbitos del mundo
Y a la ardua lid arrójense,
Con brío sin segundo,
Mil y mil dignos émulos
De Bruto y de Catón!

Ya se oye el ronco estrépito
De la feroz batalla;
Ya en ambas partes mézclanse
La sangre y la metralla:
¡Supremo Dios! ¡ayúdales
En la revuelta lid!
¡Sus! mis valientes ítalos,
¡Ilustres ciudadanos!
¡La Italia sus Termopilas
Tendrá y sus Espartanos!
¡Ya so la regia púrpura
Tiembla el tirano vil!

¡Y si al romper impávidos
Vuestra servil coyunda
Morís, nunca del héroe
La sangre fue infecunda;
Que es el morir dulcísimo
Por patria y libertad!
¡Sabed, nuevos Leónidas,
Dará a los sacros túmulos
Honor la siempreviva
Y al llanto de las vírgenes
El lauro crecerá!

Mas ¡ay! el estro olímpico
El fuego sacrosanto
Del genio sumo fáltame
A tan sublime canto;
Pobre mi lira y rústica,
Mi acento débil es. ..!
¿Qué importa?
¡El fuego eléctrico
Que abrase mis entrañas
En manantial clarísimo
De insólitas hazañas
Para ese pueblo indómito
Se trocará tal vez!

Tal vez la humilde cítara
Indigna de memoria.
Mejor entone el épico
Cantar de la victoria.
¡Tal vez el eco escúchese
En la remota edad!
Y si su gloria efímera
Con el cantar perece,
¿Qué importa? Al vate bástale,
Como a la flor que crece,
El sol, el aura plácida
De amor y de amistad.

¡Sus! mis valientes ítalos.
¡Sus! ¡al feroz combate!
¡Responda al rudo cántico
Del extranjero vate,
Responda el grito altísono
De libertad y honor!
Y cuando la vorágine
Del tiempo en lo futuro
Con mi cadáver lívido
Trague mi nombre obscuro,
Sólo una amiga lágrima
Os pedirá el cantor.