LA LIMOSNA - Lázaro María Pérez
Lázaro María Pérez (1824-1892). poda colombiano, ensalza en esta composición la noble satisfacción que se experimenta al hacer el bien, socorriendo con mano generosa a los indigentes.
Oye, hija mía: cuando el pobre toca
De puerta en puerta mendigando un pan,
Nos lo pide por Dios, y el Dios que invoca
Es el mismo que a todos pan nos da.
El Padre universal tiene un consuelo
Para todo dolor: v cada bien
Con que socorre al pobre, sube al cielo
Y en densa nube tórnase al caer.
Por eso es su caudal inagotable;
Por eso cada bien abate un mal;
Por eso encuentra pan el miserable,
Por eso el desvalido encuentra hogar
También la caridad en su eficacia
Da una limosna y la reciben dos:
El que la pide, un pan que su hambre sacia;
El que la da, la bendición de Dios.
Y el aturdido mundo no percibe
Quién en esa limosna gana más.
Si el mendigo infeliz que la recibe
O la mano piadosa que la da.
Pero en este dilema no hay razones:
Calcular es lo mismo que sentir:
Si das pan y recibes bendiciones,
¿La dádiva mejor, no es para ti?
San Juan de Dios, que avaro perseguía
Para ofrecerle pan, a la orfandad,
Al ponerlo en su mano le decía:
“¡Gracias por la limosna que me das!”
No olvides, hija mía, la enseñanza
Que encierra el don munífico de Dios:
Si de fe se alimenta tu esperanza,
Busca en la caridad tu galardón.
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