LA POESÍA EN LAS EDADES ANTIGUA Y MEDÍA
Si fuéramos a hacer aquí la historia de la poesía, tendríamos que comenzar por las antiguas literaturas orientales, colocando en primer lugar los más remotos documentos egipcios que contienen himnos y cánticos sagrados, y continuando con las inscripciones cuneiformes de caldeos y asirios, enumerando luego las antiquísimas producciones poéticas de la India, algunas de las cuales, transmitidas por tradición oral, se remontan a dos mil años antes de Cristo, y las producciones de la China, que según la tradición indígena tienen su origen primero varios milenios antes de nuestra era. No podríamos omitir tampoco a los persas, y mucho menos a los hebreos, cuya poesía religiosa, que forma una buena parte de la Biblia, ejerció tan grande influencia en el pensamiento y en el arte de Occidente, inspirando a innumerables poetas de todos los tiempos y de todas las lenguas europeas. Donde más deberíamos detenernos sería, sin duda, en la poesía de griegos y romanos, que constituyeron una gran tradición literaria de la cual se nutrió en sus orígenes toda la poesía europea de la Edad Media.
Así, pues, contentémonos con asentar esta fundamental importancia de las literaturas griega y latina para el. desarrollo literario posterior de los diferentes pueblos europeos, y pasemos a ocuparnos de los primeros balbuceos de la poesía medieval.
Durante varios siglos después de la invasión del Imperio Romano por los bárbaros,, el latín, lengua del Imperio, siguió siendo en la Europa occidental el idioma de todas las personas cultas. En latín se redactaban las leyes, se enseñaba en las escuelas y se predicaba en las iglesias. Toda la producción literaria, ya se tratara de libros filosóficos o teológicos, de crónicas o sermones, de poesías o epístolas, estaba escrita en latín. Y sin embargo, ya desde el siglo vii, en casi todos los países de Europa se venían gestando a partir del latín, del godo, del germano y de otros idiomas bárbaros, una serie de lenguas nacionales que hacia el siglo x se habían independizado ya casi enteramente de sus lenguas madres. Estas lenguas nuevas eran eminentemente populares y, por consiguiente, toda demostración de arte popular se valía de ellas como medio de expresión.
Aun antes de que existiera manifestación alguna escrita en lengua vulgar surgieron, en casi todos los países de la Europa occidental poetas que cantaban en público sus composiciones y que, naturalmente, lo hacían en la lengua que todos entendían y no en la lengua de las clases cultas, que era el latín.
A esta clase de poetas pertenecen los bardos, que entre los pueblos de raza céltica celebraban, acompañándose con la lira, la gloria de los héroes en las fiestas religiosas e inflamaban a los jóvenes en el deseo de la gloria. Su poesía era ruda y carente de toda perfección formal, pero hay que reconocer que se adaptaba magníficamente al gusto de aquellos pueblos amantes de la guerra y de la aventura, desprovistos de toda cultura artística y literaria, para los cuales no había mérito más elevado que el valor bélico ni cualidad más apreciable que la fuerza física.
Ahora bien, esos poetas de la Edad Media que siguieron a los guerreros en sus sangrientas aventuras, fueron creando en cada país una poesía especial y característica, no perfecta naturalmente, pero importante, por cuanto señaló el comienzo de las literaturas europeas que después se desenvolvieron y perfeccionaron gradualmente hasta llegar a su plenitud en la época moderna.
Hacia el siglo x los pueblos germánicos tenían ya creada su lengua, de modo que por entonces debieron de existir poetas más o menos dignos de consideración. En Alemania perduran, leyendas antiquísimas que son producto de vates anónimos, enriquecidas más tarde con innumerables detalles que la fantasía del pueblo les agregaba por medio de sus poetas. Estas leyendas son tradiciones de origen gótico, casi todas de carácter heroico, lo cual no quiere decir que quedaran enteramente excluidos otros asuntos como los lances de amor y de fortuna, etc.
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