Grandes valores de la producción poética hispanoamericana


A fines del siglo xvii decayó mucho la poesía castellana; casi todos los poetas que quedaban seguían haciendo malas imitaciones de Góngora. Mejoró, a mediados del siglo xviii, con Moratín, Meléndez Valdez, Quintana y Juan Nicasio Gallego, que tomaron mejores modelos y se llamaron por esto seudoclásicos. Después vino la época del romanticismo (primera mitad del siglo xix), y en ella florecieron el Duque de Rivas, Espronceda, Zorrilla, la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, el argentino Olegario Víctor Andrade, el uruguayo Juan Zorrilla de San Martín, el colombiano Rafael Pombo, el chileno Eduardo de la Barra y el mexicano Ignacio Altamirano.

En el periodo del posromanticismo, que abarca desde la segunda mitad del siglo xix hasta principios del xx, se destacaron en España Ramón de Campoamor, Gustavo Adolfo Bécquer, Gaspar Núñez de Arce y José María Gabriel y Galán, y en América el colombiano José Asunción Silva, el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera y el cubano José Martí.

En la poesía contemporánea, que abarca el período comprendido entre principios del siglo xx y el año 1940, brillan en España numerosas figuras entre las que se destacan junto al profundo lirismo de Antonio Machado y la pureza de Juan Ramón Jiménez, el espíritu renovador de Ramón del Valle Inclán y la vigorosa originalidad de Eduardo Marquina. En América alcanzan su plena madurez cuatro grandes poetas, cuyo espíritu inquieto llevólos a renovar los valores estéticos; son ellos: Rubén Darío, Leopoldo Lugones, Amado Ñervo y José Santos Chocano, de Nicaragua, Argentina, México y Perú respectivamente, cuyas fascinadoras y originales melopeas son el resultado de sus aspiraciones a interpretar el lenguaje misterioso de ritmos, colores, sonidos, formas y lejanías, y de su afán por dar cuerpo a vaporosas irrealidades de ensueño.

Finalmente, entre los poetas contemporáneos, podemos citar a los españoles Jorge Guillen, Federico García Lorca, Pedro Salinas y Rafael Alberti y los americanos Pablo Neruda y Gabriela Mistral, de Chile; Nicolás Guillen, de Cuba; Ricardo Rojas y Jorge Luis Borges, argentinos; Salvador Novo, mexicano y Miguel Otero Silva, venezolano.

Omitimos muchos nombres que, sin embargo, tienen indiscutible derecho a ocupar un puesto honroso en la historia de nuestra literatura.

Guardemos siempre amorosa memoria de esos hombres, que supieron expresar, con las palabras más bellas, lo más noble y puro de los sentimientos propios y ajenos. Su poesía nos enseña a sentir todo lo hermoso, a levantar el alma, a ennoblecer e idealizar el amor como un bien inefable que nos viene del cielo.