El charlatán


Si cualquiera de ustedes
Se da por las paredes
O arroja de un tejado
Y queda, a bien librar, descostillado,
Yo me reiré muy bien; importa un pito.
Como tenga mi bálsamo exquisito?.
Con esta relación un chacharero
Gana mucha opinión, y más dinero:
Pues el vulgo, pendiente de sus labios,
Más quiere a un charlatán que a veinte sabios.
Por esta conveniencia
Los hay el día de hoy en toda ciencia.
Que ocupan, igualmente acreditados.
Cátedras, academias y tablados.
Prueba de esta verdad será un famoso
Doctor en elocuencia, tan copioso
En charlatanería,
Que ofreció enseñaría
A hablar discreto, con fecundo pico,
En diez años de término, a un borrico.
Sábelo el rey, le llama, y al momento
Le manda dé lecciones a un jumento:
Pero, bien entendido,
Que sería, cumpliendo lo ofrecido,
Ricamente premiado;
Mas cuando no, que moriría ahorcado.
El doctor asegura nuevamente
Sacar un orador asno elocuente.
Dícele callandito un cortesano:
“Escuche, buen hermano,
Su frescura me espanta:
A cáñamo me huele su garganta?.
“No tomáis, señor mío,
-Respondió el charlatán-, pues yo me río.
En diez años de plazo que tenemos.
El rey, el asno o yo ¿no moriremos?”

Nadie encuentra embarazo
En dar un largo plazo
A importantes negocios; mas no advierte
Que ajusta mal su cuenta sin la muerte.


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