Santa Teresa de Jesús, una de las más hermosas almas de mujer
El 28 de marzo de 1515 nacía, en la ciudad española de Ávila de los Caballeros, Teresa Sánchez Cepeda Dávila y Ahumada, la Doctora Española de la Iglesia, que reformó la Orden del Carmelo y que es más conocida como santa Teresa de Jesús. Hija de una familia noble y criada con solícito y cariñoso mínjio que alentó su vehemente imaginación, las prácticas piadosas despertaron muy pronto su ardor místico, hasta el punto que a los siete años quiso sufrir el martirio. En efecto, ella y un hermano suyo, también de corta edad, se escaparon un día de la casa paterna con el propósito de llegar a tierra de moros, donde suponían serían decapitados; por fortuna, fueron devueltos al hogar por un tío suyo.
Su afición a las lecturas comenzó también a edad muy temprana, y su primer intento de escribir, nada menos que un libro de caballería, data del año 1529, cuando apenas tenía catorce años.
Después de mantener durante! algunos años ciertas luchas interiores entabladas entre sus deseos de consagrarse al servicio de Dios y el natural anhelo de triunfar en el mundo, profesó en el convento de las carmelitas de Ávila, en 1534. Al principio, dominado aún su espíritu por el recuerdo del mundo, sintió decrecer su fe, pero luego fue invadida por un gran fervor acompañado de visiones divinas. ]
Animada por san Francisco de Borja, tuvo en 1558 su primer rapto, disfrutando de grandes favores celestiales. En 1560 hizo voto de aspirar siempre a lo más perfecto, de cuya decisión nació en ella la idea de reformar la Orden del Carmelo. En 1562, por mandato de su confesor, el dominico Pedro Ibáñez, escribió su Vida, y en este mismo año fundó el convento de San José, el primero de carmelitas reformado. Estallaron entonces las discordias en la Orden, entre calzados y descalzos, que tantos disgustos le proporcionaron. Fue en aquella ocasión cuando su libro Vida se denunció a la Inquisición, y sus enemigos llegaron a proponer que la santa fuera enviada a las Indias. Muerto el nuncio Hormaneto, que en cierto modo la apoyaba, arreció la persecución contra ella, y monseñor Serga, que lo había sustituido, la confinó en Toledo, en 1578, llamándola fémina inquieta y andariega. Por fin, en 1580, por intervención del conde de Tendilla, se tomó la decisión de formar con los descalzos una provincia aparte, separándolos de los calzados, con lo cual se consolidó la reforma iniciada por la santa de Ávila.
Santa Teresa fundó diecisiete conventos, y tal era su talento y discreción que cuantos la trataron fueron sus amigos y admiradores, como san Pedro de Alcántara, san Juan de la Cruz, san Francisco de Borja, Jerónimo Gracián y otros muchos.
La Santa de Ávila, como también se la llama, es uno de los seres en los que se expresa con mayor evidencia el genio castellano; de imaginación viva, inteligencia clara y exquisita discreción, vivió intensamente una vida de contemplación religiosa y de luchas humanas, a pesar de la. a paren-te contradicción que ofrecen ambos aspectos de la vida. De ahí que unas veces se nos aparezca dura y enérgica, y otras, tierna y amable.
Siendo muy femenina, dio muestras de férrea voluntad al vencer su debilidad física, acrecentada por graves enfermedades; al realizar, frente a la oposición de las autoridades eclesiásticas, la reforma de la Orden del Carmelo, a la que pertenecía; al establecer la fundación de numerosos conventos, y al atender siempre a las necesidades económicas y espirituales que su mantenimiento requería.
Santa Teresa gustaba mostrarse como una monja humilde e ignorante que escribía por mandato de sus confesores para dejar testimonio de sus experiencias espirituales, sin creer ella que tuvieran nada de extraordinario, y, sin embargo, su saber teológico justifica el título de Doctora Mística que le dieron las generaciones subsiguientes.
En el año 1562 publicó un libro autobiográfico, Vida, bautizado por ella: Libro de las misericordias dé Dios. Es autora del Libro de las fundaciones; Libro de las relaciones; El castillo interior o Las moradas; Camino de perfección. También nos dejó un gran número de admirables Carias.
Su poesía le ha valido un puesto señalado entre los poetas místicos españoles. El ardor del sentimiento comunica a su estilo un encanto especial, que le asegura un lugar aparte, pero muy señalado, en la historia de la literatura española y aun de las letras universales. I
Santa Teresa de Jesús, que murió en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582, fue beatificada en 1614 por el papa Paulo V, y canonizada en 1622, por el papa Gregorio XV. Pocos años después, en 1627, el papa Urbano VIII le dio el título de Doctora de la Iglesia, no concedido todavía a ninguna otra mujer, y la designó para patrona de España.
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