Un químico que hace a francia un regalo de incalculable valor
Esto sólo, se ha dicho, fue como si hubiera regalado a Francia un centenar de millones de pesos. Luego desterró el cólera de las gallinas; demostró cómo una terrible dolencia llamada ántrax podía ser casi totalmente extinguida. Por último, enseñónos el modo de prevenir los efectos de las mordeduras de perros y lobos rabiosos, y cómo evitar que los perros cogiesen la rabia. No puede darse vida más laboriosa y fecunda que la suya. Solía decir que el único secreto de su ciencia estribaba en su divisa: “Trabajar, siempre trabajar”. Murió en setiembre de 1895, pero su obra vive en las vidas de las gentes curadas gracias a su descubrimiento.
Podríamos ampliar más la historia de lord Lister, pero lo que él ha hecho en cirugía, aunque de máxima importancia, es demasiado técnico para que nosotros lo entendamos. Mas debemos todos saber que ha obrado en ese arte la mayor revolución de los tiempos modernos. El sistema de hospital ha sido cambiado completamente por su obra, y ha puesto en manos del cirujano fuerzas que hacen de éste el hombre más admirable del mundo.
Apenas hay nada imposible para el cirujano moderno. Puede darnos narices y labios nuevos. Puede realizar con el corazón cosas que parecen milagros; puede volver a los locos, cuerdos, por medio de operaciones en su cerebro; puede reparar nuestros órganos internos casi con la facilidad con que un constructor de instrumentos de música repara un piano.
Mas aún queda mucho por hacer; quedan pavorosas dolencias por dominar. El cáncer sigue siendo uno de nuestros más terribles enemigos. Algún nuevo Lister o Pasteur, es de esperar, descubrirá su curación antes de que envejezcan aquellos que son actualmente jóvenes.
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