Un francés famoso que suavizó los procedimientos de curar a los pacientes
Los cirujanos y médicos europeos estaban reducidos a sus propios recursos; por sí mismos debían buscar el camino y los medios para realizar su cometido. Era preciso desechar la magia y la superstición y adoptar sanos métodos. Uno de los primeros grandes hombres de la nueva escuela fue Ambrosio Paré, cirujano francés nacido cerca de La val, a comienzos del siglo decimosexto. Agregado al ejército francés como cirujano, demostró poseer un talento originalísimo. En las guerras desplegó tanta piedad como pericia. No solamente pretendía curar a los soldados de sus heridas, sino curarlos por los medios más suaves. Hasta entonces, si se amputaba un miembro, la herida causada por el cuchillo era a menudo cauterizada, es decir, quemada con un hierro candente para atajar la hemorragia.
Paré aprendió a ligar las arterias cortadas, con lo cual evitaba el desangramiento del herido. Perfeccionó también el tratamiento de las lesiones producidas por las balas. En muchos otros aspectos perfeccionó la práctica quirúrgica, y enseñó a toda Europa sus métodos, escribiendo acerca de sus descubrimientos, de modo que pudiesen enterarse cuantos lo deseasen. Son dignos también de mención el doctor Juan Caius, médico de la reina María de Inglaterra, que fundó el Caitts College, en Cambridge, y el gran Vesalio, que alcanzó renombre como cirujano y gran maestro, y por fin fue médico de los reyes de España Carlos I y Felipe II.
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