La quina y la coca: dos vegetales peruanos en la lucha contra las enfermedades


En el Perú existe una planta medicinal llamada quina-quina, cuyo poder curativo era conocido por los indígenas, pero que permaneció durante mucho tiempo ignorado por los conquistadores españoles. Lo cierto es que la corteza pulverizada de la quina o cascarilla, se utilizó desde épocas muy remotas para combatir las fiebres intermitentes.

Poco a poco se extendió la fama del nuevo febrífugo, hasta que después de muchas peripecias, la planta fue transportada al Viejo Mundo, donde un joven llamado Pedro José Pelletier, ayudado por su colaborador, el químico Caventou, se dedicó a su estudio.

Las observaciones de Pelletier y Caventou dieron por resultado la obtención de una goma amarilla pálida, soluble en alcohol y también en éter; se trataba de una nueva sustancia, la quinina, con la cual se podría, desde entonces, combatir las fiebres intermitentes y palúdicas. Pelletier hizo público su descubrimiento en 1820.

También produce el Perú otra planta que hasta mediados del siglo xvi permaneció desconocida para los europeos: nos referimos a la coca, introducida en Europa por el navegante Agustín de Zarate. El viajero contaba que los indígenas se adormecían masticando aquellas hierbas. Muchos años transcurrieron antes de que se descubriera el activo principio narcótico que podía extraerse de la coca para ser utilizado en la lucha contra el dolor físico.

Fue un médico alemán, Albert Niemann, quien en 1860 extrajo de las hojas de la coca el alcaloide llamado cocaína, cuyo empleo fue desde entonces muy útil en la medicina moderna. Cari Koeller completó en 1864 los estudios y trabajos iniciados por Niemann.