Miguel de Unamuno y su sentimiento trágico de la vida


Se dice que de la amistad de Miguel de Unamuno con Ángel Ganivet en la juventud, y de su correspondencia, nació en España el ensayo. Por la vastedad de su cultura, Unamuno superó a todos los escritores de su tiempo: fue filólogo, literato y filósofo. Dejó una obra valiosísima como crítico, poeta, novelista, dramaturgo, periodista y ensayista. Y no se limitó su influencia a la vida del pensamiento y la literatura, pues trascendió a la esfera política y a la actuación universitaria. En torno al casticismo es una interpretación de la historia de la literatura española. Vida de Quijote y Sancho -quizá su obra más bella- presenta a los dos personajes inmortales como símbolos del alma española. Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos -su obra más profunda- analiza la significación de la filosofía española: humana, popular y católica, que ha creado no ideas, sino seres humanos. Por eso Unamuno pudo decir: “Don Quijote ha dejado un hombre vivo y eterno que vale por todas las teorías y por todas las filosofías”.

A diferencia del resto de los intelectuales que vivían en Madrid y conservaban su hábitos de bohemia, Unamuno fue hombre de hogar, con una familia numerosa, y prefirió vivir toda su vida fustigando desde su rincón salmantino la falsedad de la vida oficial. Rosario de sonetos líricos, El Cristo de Velázquez y Teresa nos muestran el aspecto lírico de Unamuno, por donde también se descubre su actitud religiosa ante la vida y su peculiar filosofía de la angustia (1864-1936).