La contribución de la psicología: la obra de Eduardo Claparéde
Eduardo Claparéde nació el 24 de marzo de 1873, en Ginebra, Suiza, de una familia originaria del Languedoc francés. La carrera de este insigne psicólogo y pedagogo se resume en pocas palabras. Después de recibirse de doctor en medicina, es nombrado director del laboratorio de Psicología de la Universidad de Ginebra y profesor de la misma materia, donde sucede en la cátedra a su primo y amigo Teodoro Flournoy, cuyos trabajos habían decidido su vocación.
La orientación de los estudios de Claparéde, que tanto ha influido e influye en la educación moderna, la encontramos expresada en estas palabras de su autobiografía.
“En el año 1900 tuve la suerte de que cayera en mis manos la hermosa obra de Karl Groos, El juego de los animales, que abrió a mi espíritu nuevos horizontes; me hizo comprender los servicios que la psicología animal puede prestar a la psicología humana; atrajo mi atención sobre la importancia de los instintos en la vida mental y me hizo ver, como a la luz de un relámpago, lo que debía ser el fundamento del arte pedagógico, a saber: la explotación de las tendencias naturales del niño, sobre todo la tendencia al juego.”
Claparéde consagró su vida a estudiar científicamente la psicología del niño y sus aplicaciones en la educación. Él mismo decía que “el arte de educar resulta de dones innatos y de la experiencia adquirida; pero influirán también considerablemente los conocimientos que posea el educador, no sólo acerca de la psicología del niño, sino sobre todo del niño mismo”, es decir un conocimiento integral, tanto mental como físico.
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