Vista de la ciudad desde un balcón a 450 metros de altura


Para observar a vuelo de pájaro la ciudad y sus alrededores no es necesario subir a un avión, bastará que tomemos uno de los ascensores expresos del colosal Empire State para que, en cuestión de segundos, nos hallemos en el piso 102 del edificio. Desde aquí podremos formarnos una idea cabal de lo que es Nueva York. Lo primero que nos llamará la atención será comprobar cómo el mayor conglomerado de edificación se halla en la isla de Manhattan, limitada al Oeste por el caudaloso río Hudson y separada de Long Island por el río del Este. Hacia el Sur podremos ver el puerto y más allá las aguas del Atlántico.

En medio de la bahía se destaca la famosa e imponente estatua de la Libertad, constituida por un gran pedestal sobre el que se levanta una majestuosa figura alegórica que sostiene, con el brazo extendido hacia el cielo, una antorcha simbólica. En el extremo norte de Manhattan se recorta un riachuelo que une al Hudson con el río del Este y separa la isla del continente. Al contemplar el panorama que se ofrece a nuestros ojos parece que en cada lugar donde fue posible construir un puente, la ciudad hubiera roto con violencia los límites naturales que la oprimían, y se desparramara por las tierras vecinas.