Los Maragatos, uno de los pueblos más pintorescos de la provincia de León


León es un país enteramente mediterráneo, separado de Asturias por la cordillera Cantábrica y enclavado en la meseta castellana; dentro de sus límites se extienden varias serranías, algunas de ellas de considerable altura, cuyas laderas, pobladas de acebos, encinas, hayas, fresnos, álamos y otras especies, ofrecen un panorama lleno de belleza y majestad.

Las costumbres y atavíos tradicionales son guardados en todo León con el mismo celo de los tiempos en que el país constituía el reino de León; pero tal vez ningún sector de su población como los maragatos, gentes que viven al sudoeste de Astorga, es tan celoso en mantener esas prácticas; se dedican casi exclusivamente a la profesión de arrieros, y como tales son conocidos en toda España, a tal punto que casi se diría que su gentilicio es sinónimo de su profesión. Las mujeres se dedican a la agricultura, en una región en que las faenas de laboreo del campo, de por sí rudas, lo son más aún en razón de la naturaleza hostil, árida, rocosa, de su suelo; el llamado país o región de la Maragatería es de reducida extensión: sus límites encierran aun menos territorio que el de la República de Andorra.

La ciudad de León, cuya fundación data de época romana, guarda como la joya más preciada su notable catedral, famosa sobre todo por su imponente fachada y la atrevida concepción de sus bóvedas de arista. Como otras ciudades españolas, también conserva el trazado de sus murallas medievales, aunque actualmente apenas identificables, pues fueron destruidas por el moro Almanzor.

Zamora es otra ciudad leonesa de importancia; en la antigüedad fue una fortaleza imbatible, al punto que se la llamó la bien cercada, y en parte sus murallas se mantienen aún en pie. Está situada esta ciudad justamente en la confluencia de los ríos Duero y Araduey, y es, a la vez, centro administrativo y comercial de la provincia homónima. Las industrias locales producen textiles, cerámica y licores, en especial aguardiente.

La catedral, de estilo románico, fue erigida en el siglo xii. y posteriormente modificada; el castillo data de las primeras centurias de la Edad Media. Salamanca, asentada en tres colinas, junto al río Tormes, debe su grandeza plurisecular a su mundial-mente famosa universidad y a numerosos centros educativos; es una de las ciudades más interesantes de España, no sólo por la apuntada circunstancia de su influjo cultural, sino también por la belleza de sus monumentos y su aire típico de una edad ya pasada. En lo que va del siglo se ha extendido fuera de la cintura de sus murallas, reemplazadas en varios sectores por paseos bordeados por árboles.

La Plaza Mayor, que ocupa el centro de la ciudad, ha sido considerada por muchos como una de las más bellas de toda Europa; la rodean imponentes edificios, incluso el Ayuntamiento, de estilo barroco.

Junto al río se alzan las catedrales salmantinas: la Vieja, de estilo románico, data del siglo xvii y ostenta la famosa Torre del Gallo; la Nueva es la última gran construcción religiosa de estilo gótico levantada en España, en el siglo xvi.

La universidad es la más antigua de España, pues fue fundada entre 1220 y 1243, pero su edificio actual comenzó a construirse al comenzar el siglo xv, y fueron los Reyes Católicos quienes realmente le dieron un impulso digno de consideración.

Muchos otros edificios interesantes, a la vez desde el punto de vista histórico y arquitectónico, se alzan en esta antigua ciudad, que fue tomada por Aníbal, por Roma, por vándalos y visigóticos, por árabes y cristianos, famosa por sus fueros, que vivió su época de oro en el siglo xvi, cuando Salamanca fuera denominada “la pequeña Roma”.