El corazón geográfico de la península ibérica late en las tierras de Castilla


Las sierras de Guadarrama limitan hacia el Norte una de las regiones más imponentes, en su estructura física, de todo el territorio español: Castilla, la tierra de Isabel la Católica y de don Quijote. Las dos Castillas llaman los españoles a esta parte central de su suelo, que distinguen como Castilla la Nueva y Castilla la Vieja. La primera, regada por el Manzanares, de escaso caudal, es la que se halla más al Sur; el paisaje castellano sobrecoge por su grandiosidad, por la majestad de sus llanuras calcinadas por el sol, por el aire austero de todo el panorama, luminoso e imponente. Madrid, la capital de la nación, se halla enclavada sobre una pendiente desigual, inclinada hacia el Sur, a orillas del Manzanares; las características del terreno hacen de ella una ciudad concentrada y son causa de que su perímetro no haya variado sustancialmente desde la época de su mayor desarrollo.

Una de las comarcas más famosas de Castilla la Nueva es la llanura de la Mancha, donde el genio de Cervantes ubicara la cuna del caballero andante, don Quijote. La emoción embarga al viajero cuando contempla las ruinas de los castillos tras cuyas almenadas torretas los caballeros de Calatrava defendieron el reino de los embates del enemigo musulmán; o al ver girar las aspas de los antiguos molinos de viento, embestidos por el Caballero de la Triste Figura en aras de su alucinada empresa.

Castilla la Vieja asoma al mar por una pequeña franja de costa cantábrica, en la provincia de Santander; pero la mayor extensión de su suelo es un país alto, montañoso en el Norte y abierto en mesetas llanas hacia el occidente; uno de los puntos de mayor atracción es la ciudad de Burgos, cuya catedral, una de las más antiguas y famosas del mundo, pues fue edificada en el transcurso del siglo xiii, asombra al espectador por la sutil filigrana con que geniales artistas tallaron la piedra de su fachada. Otro sitio que concentra la atención, en esta misma ciudad, es el sepulcro del Cid Campeador y de su esposa doña Ximena; los restos del guerrero invencible reposan en la Casa Consistorial.