La dama de la casaca, que proveyó de alimento a Nansen y sus compañeros


El oso blanco,"la dama de la casaca", como le llaman los groenlandeses, fue casi la única visita que recibieron; y por cierto que no era poca su alegría, al poder obtener alguno de ellos cuando se aliaban escasos de alimentos. Después de cerca de dos años, creyó Nansen que, con ayuda de un compañero, podría adelantar más en su viaje al Polo, dejando la embarcación y encaminándose derechamente hacia él con sus trineos y sus perros, que permaneciendo por más tiempo en la corriente de hielo. Acompañado, pues, del teniente Johansen, se puso en camino, en marzo de 1895, para el viaje más peligroso que puede imaginarse. Varios meses estuvieron de viaje, sin conseguir, al fin, sino llegar algo más al Norte que el Fram. Allí pasaron el largo invierno, durmiendo la mayor parte del tiempo en una choza, cerca del Cabo Flora, en la Tierra de Francisco José.

Grande fue, pues, su alegría cuando se encontraron con Jackson y pudieron mudarse de ropa y lavarse con jabón. Nansen se había puesto tan negro con la grasa, el humo y su duro trabajo, que Jackson no le reconoció al principio. El Windward condujo a Nansen a Noruega, en donde no tardó en tener noticias del Fram, el cual a su tiempo se vio obligado a dejar su corriente de hielo.

En 1897 el intrépido Andrée intentó otra expedición al Polo, pero empleando otro medio diferente que sus antecesores. Este medio fue un globo que salió de la isla de Dañe, en Spitzberg. La última vez que se le vio llevaba rumbe al Norte, y desde entonces no se ha vuelto a saber más de él.

En mayo de 1899 partió de Italia para emprender una nueva exploración de las regiones árticas, el príncipe Luis de Saboya, duque de los Abruzos. Le acompañaban el capitán de fragata Cagni, el conde Quirini, teniente de navío, el doctor Cavaili Molinelli; Giacomo Cardenti y Simón Canepa, marineros de guerra; Fetigas, Fennoillet, Olliere y Savoye, guías de montaña. Iban en la nave Stella Potare. El yate lo tripulaban diez marineros, escogidos entre los más prácticos en los mares boreales, varios arponeros, cazadores de focas, y un esquimal para cuidar las traillas de los trineos. En total, eran veinte hombres. Llevaban mil quinientas cajas, con víveres, vestuario y equipo, material científico, etc., y las tenían clasificadas en cuatro grupos, habiéndolas pintado de distintos colores, para distinguirlas con facilidad: el color negro indicaba los víveres, que eran arroz, patatas, legumbres y carnes en conserva y sólidas, galletas, etc. La expedición marchó de Tromsoe a Arkángel, donde tomó ciento veintisiete perros de Siberia, y desde allí, en julio de 1899, a la Tierra de Francisco José, elegida como base de operaciones para el avance hacia el Polo. Invernó en la bahía de Teplitz, en la Tierra del Príncipe Rodolfo (a los 8i° 54' de latitud). El duque no pudo avanzar, por haber sufrido la amputación de varios dedos que se le helaron. Del punto de invernada partió el capitán Cagni con trece hombres, trece trineos y ciento cuatro perros, el II de marzo de 1900. Para simplificar la expedición, según se había acordado, envió al barco, primero, al teniente Querini con dos hombres más, que se perdieron, sin que fuera posible encontrar su huella; después al doctor Cavalli y otros dos hombres. El capitán Cagni avanzó, durante cuarenta y cinco días, al Oeste del itinerario de Nansen, recorrió 4° 39' sobre el hielo, alcanzó el 15 de abril la latitud 86° 33', o sea 19' más que dicho viajero, y emprendió el regreso por falta de víveres, no encontrando seres vivos, de ninguna clase, en las soledades recorridas. Al regresar, el banco de hielo sobre el que adelantaba la expedición, derivaba hacia el Oeste con rapidez, y separaba de su itinerario a los viajeros. Faltando los víveres, durante un mes se alimentaron de carne de perro. El 8 de junio llegaron a la isla Ommaney, y el 23, después de ciento cuatro días de expedición, estaban de regreso en la bahía de Teplitz.