El gobierno temporal de los papas desde los estados pontificios hasta los acuerdos de Letrán
El Papa, vicario de Cristo, sucesor de san Pedro, es el poder supremo de la Iglesia católica, jefe espiritual de los católicos de todo el mundo. En cambio, su poder temporal se reduce hoy al Estado de la Ciudad del Vaticano; pero hace once siglos, y durante otros tantos, los papas tuvieron bajo su égida una amplia región de Italia. Dicho territorio se llamó de la Santa Sede, o Estados Pontificios; la soberanía temporal del papado sobre éstos tuvo origen en una donación que Pipino el Breve hizo al papa Esteban II. La extensión de los estados papales creció o disminuyó en el curso de los siglos, de acuerdo con la suerte variable corrida por las armas pontificias en las muchas guerras que azotaron a la invertebrada Italia de aquellos tiempos ya lejanos.
A comienzo del siglo xix la extensión de los estados de la Iglesia era poco más o menos la que tenían durante la época de la donación de Pipino. Entonces fueron anexados por Napoleón al reino de Italia, que el emperador creara en su afán de rehacer la unidad política de la península. El papa Pío VII residió en Francia hasta que se produjo la caída de Napoleón, y con ella la nueva fragmentación de Italia, obra del Congreso de Viena; los Estados Pontificios fueron nuevamente colocados bajo la soberanía del Pontífice, y los restantes pequeños reinos quedaron bajo la protección de Austria.
Medio siglo después, cuando los intentos de unificación de los patriotas italianos del Risorgimento culminaron con la ocupación de Roma, el Papa se consideró despojado y prisionero, a pesar del ofrecimiento del nuevo gobierno italiano, que cedía al Pontífice el palacio del Vaticano y la basílica de San Juan de Letrán en plena soberanía, así como el derecho de designar y recibir embajadores. El Papa rechazó todo aquello alegando que tales condiciones colocaban al Jefe de la Iglesia a merced del gobierno de Italia. Así comenzó la cuestión romana, que sólo habría de solucionarse sesenta años después, mediante los tratados de Letrán.
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