Israel: un estado moderno en tierras bíblicas


El establecimiento de un Estado judío en Palestina fue proclamado en la ciudad de Tel Aviv el 14 de mayo de 1948.

Las escuetas líneas que dieron la noticia en los titulares de los diarios de todo el mundo, ponían punto final a la brega milenaria de un pueblo errante, que nunca perdió la esperanza del retorno a su “tierra prometida”.

Los judíos emigraron de Jerusalén cuando la ciudad fue tomada por los romanos, en el año 70 de nuestra era; y salvo la rebelión general acaudillada por Bar Kochba unos sesenta años después, no se registraron intentos coordinados para restablecer una nación soberana judía hasta 1879, cuando se reunió en Basilea el primer congreso sionista.

Sión, o Zión, fue originariamente el nombre de un fuerte de Jerusalén; con el tiempo designó también al monte cercano a dicha ciudad, y finalmente a toda Palestina; por ello cuando metafóricamente se hace referencia a Israel, se la llama “hija de Sión”. Actualmente esto es doblemente real, considerando la preponderancia que el llamado sionismo tuvo en la erección del nuevo organismo nacional judío.

Varias migraciones de judíos a Palestina se produjeron en el curso de las últimas décadas del siglo pasado, en especial de prófugos de Rusia y de Polonia; pero fue después de la publicación de una obra llamada El Estado Judío (1896), cuyo autor, Teodoro Herzl, era cabeza del movimiento sionista, que se constituyó la Organización Mundial Sionista, cuyos objetivos se centraban en establecer en Palestina la sede de la nación judía.