Un pequeño estado cuya riqueza se basa en el comercio


En el extremo sur de la península de Malaca, se halla una isla, separada de tierra firme por el estrecho de Johore. Mide 43 km, de Este a Oeste; 22, de Norte a Sur, y la superficie total de su territorio es de algo más de 82 km2; su nombre es Singapur.

La isla permaneció casi desierta por años y años, hasta que en 1819 sir Stafford Raffles estableció en ella un puesto comercial de la Compañía de Indias. Desde entonces, comerciantes chinos, malayos y de otras partes de Asia fluyeron hacia el nuevo centro, y Singapur, dotado de excelente puerto, se convirtió en el emporio comercial del sudeste asiático. Cedida la isla a los británicos en 1822, éstos hicieron de ella una estratégica base naval. La prosperidad de Singapur continuó hasta la segunda Guerra Mundial, en que la isla fue capturada y ocupada por los japoneses. Recuperada en 1945, los británicos la separaron administrativamente, como colonia de la corona, del resto de sus posesiones, hasta que una nueva constitución del 3 de junio de 1959 convirtió a Singapur en Estado independiente dentro de la comunidad británica de naciones.