La restauración y el desenvolvimiento industrial de las islas
Muerto el Protector, los Estuardos fueron restaurados y el príncipe Carlos coronado con el nombre de Carlos II; pero el nuevo rey no pudo o no supo corresponder a las esperanzas de su pueblo; y éstas fueron una vez más defraudadas. Delegando toda su autoridad en el famoso "Ministerio de la Cabala", que gobernó a su sabor a Inglaterra, Carlos II se cuidó tan sólo de su persona y vivió rodeado de placeres que costaron grandes sumas al Estado; esta conducta acabó por hacerle impopular. Algo bueno, sin embargo, quedó de su reinado, y ello fue la ley de hábeas corpus, verdadera ley de garantías en la cual se estableció que todo ciudadano detenido o preso habría de comparecer inmediata y públicamente ante un juez o tribunal para que, oyéndole, éste resolviese si su arresto había sido legal o no, y si debía alzarse o mantenerse.
Reinando Carlos II, padeció Londres la peste que segó la vida de millares de personas y fue seguida del gran incendio que, en medio de su horrorosa grandeza, puede calificarse de providencial, pues, al devorar trece mil edificios, borró toda huella de las miserias pasadas, y dio ocasión para que de los escombros surgiera una ciudad nueva y más hermosa.
A la sazón, la marcha de los asuntos exteriores de Inglaterra no era muy satisfactoria; pero en cambio la industria adquirió gran desarrollo. A los antiguos obreros flamencos, que habían contribuido a fomentar la industria lanera en Inglaterra, siguieron los de otras nacionalidades, y la industria de la seda floreció pronto en Londres. En tiempo de los Estuardos se establecieron en Leicester y en Nottingham grandes fábricas de hilados servidas por muchos miles de obreros, y comenzó a tomar cuerpo la industria de tejidos de hilo y de algodón, aunque no en muy grande escala, pues esta última materia, que era de procedencia extranjera, se empleaba casi toda para fabricar mechas. En el siglo xvii comenzó a usarse la hulla y a reemplazar con ella la leña y el carbón vegetal en la fundición del hierro. Birmingham llegó a ser pronto una población fabril; se dio gran impulso a la construcción de barcos, y no tardaron en adquirir importancia los astilleros de Deptford y Woolwich, donde la sierra y el martillo trabajaron sin descanso en construir las murallas de madera de la Vieja Inglaterra.
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