El rey de las multitudes escribió su nombre en sus libros
Asurbanipal escribió en sus libros su nombre y circunstancias de un modo prolijo y algo vanidoso, pero muy interesante: "El palacio de Asurbanipal, rey de multitudes, rey de Asiría, el cual pone su esperanza en los dioses Asur y Belit, y el cual tiene ojos que ven y oídos que oyen. He hecho esculpir en tablillas las nobles producciones debidas a la labor del escriba, que ninguno de mis antecesores ha estudiado; he clasificado estos trabajos, los he revisado y los he colocado en mi palacio, para que yo, yo mismo, el propio soberano que conoce la luz de Asur, el rey de los dioses, pueda leerlos. Si alguien, quienquiera que fuese, sustrajere esta tablilla u osare escribir su nombre junto al mío, que Asur y Belit descarguen su indignación y su ira contra él y destruyan su nombre y posteridad sobre la tierra". Es su más fiel retrato.
Las tablillas más interesantes de esta biblioteca real de Nínive son las referentes a la creación del mundo. Créese que son copias de otras procedentes del reino de Babilonia, y es notabilísima su semejanza con los primeros capítulos del Génesis, pues hablan en los mismos términos que éste de los tiempos en que no existían ni los cielos ni la tierra.
El mismo parecido tienen las palabras con que se describe la creación del Sol, la Luna y las estrellas, y la aparición de los animales en la tierra. Notable es también la enseñanza que el dios Marduk da al hombre, corona de la creación: "Muestra tu corazón a tu dios, porque le debes tus homenajes. Ora y suplica, y por la mañana inclina humildemente tu cerviz para hacer oración."
Interesantísimas son también las tablillas que contienen lo que se llama la historia fabulosa del mundo antiguo, y que son las aventuras y viajes del gigante Gilgamesh. En ellas se vislumbra cierto parecido de este héroe con Hércules, el héroe del Mediterráneo, y hallamos semejanza entre sus aventuras y las de Simbad el marino, porque Gilgamesh libró desiguales combates con monstruos, y fue socorrido por un marino, y vio árboles cargados de piedras preciosas, en lugar de frutos.
En sus viajes oyó la historia de un diluvio, semejante en todo a la del Noé bíblico, y de cómo construyó una nave y se salvó en ella con su familia y algunos animales, y cómo todos los demás seres perecieron en la tempestad de lluvia y viento. Oyó asimismo referir el caso de la paloma que voló del arca, a la que siguieron una golondrina y un cuervo, y la reaparición de la tierra seca. Hay también libros de gramática y otros que dan listas de los caracteres y de su significado; en estas tablas se usan más de 300 caracteres de los 600 de que entonces constaba el idioma asirio. En varias de estas tablillas hay escritas diversas materias, dispuestas en columnas que muestran las diferencias que existían entre los idiomas sumerio y acadio; y en otras se halla el significado de éstas traducido al asirio. Las materias de que hablamos comprenden toda suerte de ejercicios y ejemplos, proverbios y acertijos.
La sección histórica de la biblioteca regia es muy completa, porque los reyes no sólo eran aficionados a hacer escribir los anales de su reinado, sino también a buscar inscripciones antiguas en cilindros y ladrillos, y a escribir los nombres de los reyes de las diversas dinastías y las fechas de su reinado, con pormenores de los monumentos que erigieron y guerras que sostuvieron, copiados de varias crónicas antiguas. Por la lectura de estos documentos se tiene idea de los largos siglos a que se extiende la historia de Babilonia en los tiempos antiguos, y se conocen las constantes guerras que, a causa de las fronteras, sostuvieron Asiría y Babilonia.
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