La jungla ecuatorial, paraíso vegetal, es un infierno para el hombre, incluso el aborigen


La selva ecuatorial forma como un vasto arco de circunferencia cuyo centro hallaríase en la isla de Santa Elena, en aguas del Atlántico sur; cubre las tierras desde la línea del ecuador hasta el desierto de Kalahari.

Es una de las regiones más ricas del Continente Negro, y también la más desfavorable, especialmente en el Congo, para el desarrollo de la vida humana, incluso para los nativos.

El núcleo de la jungla ecuatorial es el territorio del Congo ex belga, con casi dos millones y medio de kilómetros cuadrados de superficie, y diez millones de habitantes, todos ellos negros bantúes, excepto algunas colonias de pigmeos y bosquimanos. Los bantúes son constitucionalmente vigorosos, físicamente robustos, de talla superior a la corriente, y miembros musculosos. Pero pese a su buena constitución, son víctima de las enfermedades propagadas por los miles de insectos, las lluvias casi constantes, la humedad y calor agotadores. En su mayor parte los bantúes no conocen prácticamente vestimenta alguna; todo su lujo consiste en poder colgar huesos humanos en la entrada de su choza, para demostrar su virilidad. La acción de la civilización europea no ha podido aún quebrar la tremenda fuerza de la idolatría y la hechicería que arrastra ciegamente a estas criaturas, cuyo natural es bondadoso, aunque holgazán.

La capital del Congo ex belga es la ciudad de Leopoldville, así llamada en honor del soberano que encomendó a Henry Stanley la exploración del territorio que habría de incorporar como colonia a su pequeño reino.

Al oeste de la jungla se halla la región de los grandes lagos, desde las fuentes del Nilo hasta Mozambique; al norte de la misma jungla encuéntrase el lago Chad, que durante la época de las grandes lluvias alcanza a cubrir una extensión cuatro veces mayor que la habitual.