La marcha triunfal de Alejandro que aniquiló al imperio persa


Habiendo cruzado el Helesponto en el año 334 antes de Jesucristo, obtuvo, una tras otra, numerosas victorias en Asia Menor, Fenicia y Egipto, con su bien disciplinado ejército, y al tercer año de su expedición ganó una de las más grandes batallas del mundo, cerca de Arbelas, en la cual se decidió virtualmente la lucha. Las grandes capitales, Babilonia -que a la sazón había perdido gran parte de su pasada grandeza-, Susa y Persépolis, rindiéronse al poder de sus armas, pero esta última fue incendiada y destruida hasta sus cimientos. Se cree que este incendio desastroso fue debido a una insensata venganza, en represalia de las numerosas atrocidades que los persas cometieron en Grecia.
El infortunado Darío III fue asesinado, poco después, por uno de sus propios sátrapas, y así se extinguió por algún tiempo la monarquía fundada por Ciro el Grande alrededor de doscientos años antes.