Atenas
La actual capital de Grecia fue fundada por los jonios y constituyó una de las más importantes ciudades-estado de la antigüedad. Sus orígenes se pierden en la bruma que rodea a los remotos acontecimientos históricos: es probable que en el eje de su emplazamiento, la Acrópolis, monte inexpugnable y fácilmente convertido en fortaleza, haya habido una población humana desde épocas prehistóricas. En sus primeros tiempos fue gobernada por reyes, luego se hicieron cargo de la función pública los nobles, llamados eupétridas -que significa «los bien nacidos»-, para concluir con el establecimiento de una república democrática, la primera que recuerda la historia política de la Humanidad. Pasando por sucesivos períodos de grandeza y ruina, Atenas fue el centro de difusión de la extraordinaria civilización griega, y en sus ruinas se han encontrado estatuas y monumentos que reflejan el refinamiento de su arte y su avanzada cultura. Tales son los restos de la Acrópolis, donde se encuentran las ruinas de los más importantes templos atenienses: el Partenón, el Templo de la Victoria, el Erecteón y los Propileos o entradas. Pero la herencia más importante que dejó al mundo la antigua Atenas fue, sin duda, el pensamiento de sus filósofos y la aplicación práctica del «gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo», es decir lo que hoy llamamos democracia.
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