Nuremberg, la ciudad donde se fabrican los juguetes más hermosos del mundo


En la región de la Franconia bávara hállase emplazada una ciudad a cuyos artesanos millares de niños de todo el mundo débenles muchos momentos de felicidad. Esa ciudad es Nuremberg, célebre por sus fábricas de juguetes. Ya en el siglo xvi era Nuremberg un centro comercial de importancia continental, nudo de carreteras de mercaderes entre Europa y el Levante. Tenía entonces fama como centro artístico, educacional y literario, al igual que como emporio fabril y comercial. Durante la segunda Guerra Mundial se arrojaron sobre Nuremberg más de veinte mil toneladas de bombas, que redujeron a escombros las dos terceras partes de sus edificios. Con posterioridad fue trágicamente célebre por haberse reunido en ella el tribunal que juzgó como criminales de guerra a los jefes militares de la nación vencida, algunos de los cuales fueron condenados a morir en la horca.

Recorriendo las calles de Nuremberg, antes de la guerra, podíase observar cómo se conservaban las características de la arquitectura gótica; en la actualidad solamente en algunos edificios es dable apreciarlo. Así, por ejemplo, en el castillo de Nuremberg, que data del siglo xi; en parte de los muros y las torres de las iglesias de San Sebaldo y San Lorenzo, que se mantuvieron en pie, y en la fachada de la Frauenkirche, o iglesia de Nuestra Señora, lo único que resta del templo bombardeado. También se ha conservado un buen tramo de las murallas medievales, en tanto que se debe lamentar la pérdida de la casa del gran pintor Alberto Durero. Entre las construcciones monumentales que datan de la época de Hitler, aún impone admiración el enorme estadio de Nuremberg, uno de los más grandes del mundo, donde se realizaban las espectaculares concentraciones anuales del partido nazi y de la Juventud Hitlerista. En 1950 fue reanudada la construcción del monumental edificio que Hitler había ordenado erigir para sede del partido, cuya conclusión no pudo ver.

En los museos de Nuremberg podremos admirar cosas tan interesantes como el primer reloj construido en el mundo, allí fabricado, en 1500; también fue esa ciudad la cuna del clarinete, y en ella se empleó por vez primera el latón, aleación que revolucionaría la industria mundial.

Hoy, recuperada en parte de los desquicios que la guerra le trajo, la población de Nuremberg vuelve a dedicarse a sus actividades fabriles: las manufacturas de lápices, aparatos ópticos, de precisión, musicales, artículos de ferretería, madera y celulosa, y la industria cervecera están nuevamente en marcha. Y para regocijo de los niños de los cinco continentes, también se hallan otra vez en actividad las celebérrimas fábricas de juguetes de la vieja Nuremberg.