Las vitaminas en relación a la salud del individuo
Todo el mundo habla de las vitaminas, pues nos encontramos en el apogeo de la doctrina vitamínica; debemos considerar en ella dos puntos fundamentales para el orden práctico, es decir, lo que las personas no especializadas o técnicas deben saber. Primero: las vitaminas son indispensables para el proceso normal de la nutrición; pero no basta con tener cubiertas las necesidades de las mismas, sino que hay que unirlas a otros factores fundamentales de la dieta: los aminoácidos, el calcio, el fósforo, etc. Si junto con ellas no se introducen en el organismo las llamadas proteínas de necesidad y las sales indispensables, las vitaminas trabajan en blanco, y más aún, toman de él las sustancias necesarias para su trabajo y lo desmineralizan, llevándolo a un estado carencial más acentuado. Existe la creencia errónea de que las vitaminas pueden suplir una dieta deficiente en materias primas, como si ellas fueran sustancias energéticas. Nada hay más inexacto: ellas intervienen en el intercambio de los materiales alimenticios, podríamos decir, que son los directores de la nutrición; pero no en la nutrición misma, de modo que es inútil el esfuerzo vitamínico si no se acompaña de una adecuada corrección de toda la dieta.
Los trastornos vitamínicos cuando son recientes, suelen ser reversibles, es decir, que subsanada la deficiencia por el aporte vitamínico adecuado, se suprimen los desórdenes y el organismo retorna a su cauce normal; pero cuando las deficiencias se prolongan, las lesiones se hacen irreversibles. En este sentido, el organismo puede compararse a una máquina, donde la reposición tardía de una pieza no puede reajustar el conjunto a condiciones normales, si al efectuarse ésta, otras muchas piezas de la maquinaria han sufrido deterioro.
Las vitaminas no sólo tienen importancia vital en el proceso biológico de asimilación de los alimentos, sino que tienen también íntima relación con el funcionamiento de las hormonas, que, como se sabe, rigen todo el mecanismo de la vida.
Para tener una idea aproximada de esta relación, baste saber que la vitamina A, actúa en concordancia con la glándula tiroides, la hipófisis y las glándulas sexuales. Durante el desarrollo normal del crecimiento ella se encuentra ligada con el tiroides y la hipófisis. Cuando el crecimiento del ser termina continúa actuando en la regulación de la vitamina E, que tiene bajo su dependencia la maduración sexual. Durante el embarazo, la vitamina A, se deposita en la placenta para asegurar las necesidades del nuevo ser, además juntamente con la D, parecen regular el funcionamiento de las glándulas paratiroideas.
En resumen: las vitaminas conservan, en general, todo el significado que Funk les diera al denominarlas así, es decir, que son sustancias indispensables para el mantenimiento de la vida dentro de sus funciones normales y equilibradas y cuya carencia determina trastornos en la salud.
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