Por qué nuestro rostro expresa hasta cierto punto las particularidades de nuestro carácter
Todos observamos que, a medida que los años pasan, quedan en la piel del rostro unas huellas o arrugas reveladoras de los habituales movimientos de la faz; ahora bien, éstos dependen de los sentimientos que animen al individuo. La persona de carácter alegre y animado mueve el rostro de una manera peculiar, y lo propio ocurre con la que es reflexiva, con la de genio sombrío y con la j eremíaca o plañidera; de este modo, con el transcurso del tiempo, quedan marcadas en la piel de la cara las huellas de los movimientos más frecuentes, y esas huellas revelan hasta cierto punto el carácter de la persona. La belleza de la faz puede durar toda la vida y depende de cómo hemos usado de ésta: la edad la hermosea aun más.
Una de las huellas que el tiempo imprime en la piel es la pérdida de su elasticidad; con frecuencia se adelgaza también mucho. En la extrema vejez, las arrugas que surcaban el rostro desaparecen, y la piel se torna lisa y muy delgada. Pero entremos ya en otras particularidades de este maravilloso tegumento, por considerar de mucha importancia su estudio.
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