Cómo el primer indicio de ojo se encuentra en la piel


Probablemente el primer indicio de ojo se encuentra en ciertas especies de animales inferiores, que presentan determinadas regiones de la piel sensibles a la luz. Observamos en tales casos que el color del animal cambia, según sea el tiempo, o según el animal permanezca en la luz o en la oscuridad; y, cuando examinamos dicha piel al microscopio, vemos que hay en ella gran número de células repletas de materia colorante.

Esta materia colorante se llama pigmento, palabra derivada del latín, que significa tinte. Estas células pigmentarias son sensibles a la luz. Cuando la luz cae en ellas, todo el pigmento se acumula rápidamente en el núcleo celular; pero, fuera de la acción de la luz, el pigmento se difunde en todas direcciones, desde el centro de la célula, y de este modo se disipa.

Esto explica por qué cambia el color del animal, y nos dice por qué y cómo el animal es capaz de conocer el estado de la luz y de obrar según éste sea. En el estudio de la historia del ojo se ha dado siempre gran importancia a tales células pigmentarias; pero ahora, que se han descubierto los maravillosos ojos de las hojas, provistos de lentes tan perfectas que permiten obtener fotografías, las células pigmentarias que parecen ser el punto de partida del ojo animal resultan ser cosa trivial comparadas con los ojos de los vegetales.