Examinemos la ameba con más detención
Veamos si es posible distinguir las partes de que se compone. ¿Será la ameba simplemente una mancha redonda sin rasgos de ningún género, o consta, como nuestros cuerpos, de distintas partes? La contestación a esta pregunta es que la ameba tiene dos partes, y que ésta es una regla general aplicable a toda célula que permanezca viva.
Hacia el centro de esos diminutos seres, existe como un puntito oscuro, cuya presencia no se debe a la casualidad, sino que se encuentra en todos ellos. Su aspecto es más denso que el del resto de la célula, y contiene sustancias distintas. Recuérdese, efectivamente, que la vida se desarrolla siempre en el agua, y que las amebas, como nuestros propios cuerpos, se componen, por lo menos, de tres cuartas partes de agua.
Pero la parte más acuosa de la ameba es su exterior; el punto oscuro del centro es de composición más sólida y tiene un nombre especial, muy importante; importante porque este puntito es lo que caracteriza a la célula viva. Se llama núcleo, palabra que procede del vocablo latino nux, nuez, y quiere decir, por tanto, sencillamente, el meollo. Ese nombre es muy apropiado, pues el meollo de la nuez es su parte más esencial; la cáscara sólo existe por el meollo. Y así como las paredes de una celda no son en realidad la celda, así la zona exterior de una célula no es realmente la célula misma. La parte más real, por decirlo así, de ella está constituida por el núcleo, que, según veremos muy pronto, es el lugar en donde reside la vida. Pero antes diremos algo tocante al resto de la célula, es decir, de su parte externa aunque la importancia de ésta sea muchísimo menor que la del núcleo. I
En lo que se refiere a las amebas y muchas otras células, puede decirse que su parte externa guarda con el núcleo parecida relación a la que nuestro cuerpo tiene con el cerebro. La célula se mueve gracias a los movimientos efectuados por su parte externa la cual, puede decirse, en algún modo le sirve como de patas. Además, como el oxígeno que ésta absorbe ha de pasar por esta parte externa, también puede decirse que le sirve de nariz y de pulmones. Téngase presente que cada célula viva de nuestro cuerpo respira de este modo. Por último, la misma parte externa de la ameba desempeña las funciones de boca y de estómago, según vamos a ver muy sucintamente.
Como todos los demás seres Vivos, la ameba tiene que alimentarse, pues nadie puede vivir ni ejecutar movimientos, si no se alimenta de algo. La ameba carece de manos y boca, y, ello no obstante, necesita introducir alimentos en su cuerpo, como lo necesitamos nosotros. Cuando encuentra algo comestible, la célula forma dos pequeñas prolongaciones, las cuales van envolviendo gradualmente el objeto de que se trate, hasta que éste queda incorporado a la ameba, esto es, incluido dentro de la célula. Los grabados que ilustran este capítulo nos muestran con bastante exactitud el aspecto que ofrece una ameba cuando toma su alimento, y cómo se sirve de brazos y de boca. Luego, del propio modo que nosotros hemos de digerir nuestro alimento, ella debe digerir el suyo; así es que su parte externa, mejor dicho, toda ella menos el núcleo, hace las veces de estómago. Cuanto sirve de alimento a la ameba tiene que ser digerido fuera del núcleo; en esta parte nunca se encuentra nada de alimento, como no se halla jamás un sorbo de leche o un bocado de pan en el cerebro de las personas.
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